Ermita

 

ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE CABO

Edificio del Siglo XVII, de ladrillo, con nave cubierta con armadura a par y nudillo; cúpula sobre el crucero y bóveda de cañón en la capilla mayor. Arco triunfal de medio punto. Coro alto. Tiene camarín con bóveda decorada con yeserías del siglo XVIII. Puerta en arco de medio punto a los pies, y ante ella, lápidas sepulcrales. Espadaña de un cuerpo de ladrillo.

Esta situada en los aledaños del pueblo. Es de una sola nave. Presbítero de poco fondo, donde hay un retablo moderno con la imagen de la Virgen con el Niño en los brazos, vestida de manto blanco de embudo, que deja al descubierto caras y manos. En el primer tramo cúpula sobre pechinas, y el resto artesonado, de armadura sencilla, sin policromar, del mismo tipo que el de la iglesia de Santa Eufemia.

Guarda un retablo de la derruida iglesia de San Lorenzo, de final del siglo XVI, con bárbaros repintes con mala pintura hechos por un torpe artesano. Sigue el modelo corriente en aquella época; banco, dos cuerpos separados por frisos que apoya en columnas de fustes divididos en dos segmentos el inferior con decoración de grutescos y el superior estriado, y en su remate un Calvario, que ocupa la parte central. En los intercolumnios los Evangelistas, figuras arrogantes movidas llenas de fuerza y verdad, dentro del grupo de los seguidores de Esteban Jordan. Como posible autor Pedro Rodríguez, escultor medinense que por aquellos años tenía a su cargo la hechura del retablo mayor de San Pelayo, que había de dorar y estofar Tomás Prado pintor vecino de Valladolid. Retablo que debió perderse cuando demolieron el templo.